Modificado de [3]
Entonces, la nicotina al mejor estilo de los más grandes impostores retratados en Hollywood, se hace pasar por la acetilcolina, es reconocida por los receptores sin generar sospechas y desencadena las acciones del neurotransmisor. Que incluyen la secreción de adrenalina y por tanto el aumento en la presión arterial y en la frecuencia cardiaca, entre muchos otros cócteles químicos que invaden el organismo [4]. ¿Pero cuál es el problema? Si al fin y al cabo la acetilcolina es un neurotransmisor y su segregación y por consiguiente las reacciones que provoca en el cuerpo son completamente necesarias para el organismo. Pues el problema es que la acetilcolina es producida naturalmente por el cuerpo y así mismo este está en capacidad de metabolizarla. En cambio, la nicotina es un compuesto externo, entonces, si ocurre una exposición repetida a esta, la enzima acetilcolinesterasa no puede metabolizarla y se acumula en la hendidura sináptica, causando desensibilización de los receptores [4]. Nuestro impostor llega a sobreexcitar a todo el sistema de respuesta de la acetilcolina, y peor aún, llega con una enorme intención de quedarse, pues activa el sistema biológico de recompensa, mejor dicho, el comienzo de una adicción [5].
Eso, hablando a grandes rasgos de una de las primeras consecuencias del consumo de tabaco. Pero sin contar los más de 250 compuestos tóxicos presentes en el cigarrillo y sus efectos sobre los sistemas respiratorio, circulatorio y nervioso [6]. Hay mucha información al respecto. Pero en esta nota nos centraremos particularmente en las luces que puede brindar la neurociencia al respecto.
Utilizando un sistema amplificador ActiChamp de 32 canales, los investigadores realizaron el registro de señales de EEG de fumadores regulares, durante dos sesiones, una donde hubo tres horas sin consumo de cigarrillo antes del experimento y otra donde se realizó el consumo inmediatamente antes de iniciar el experimento. Al analizar los efectos del deseo o ansias de fumar de los participantes a través de las señales de EEG, observaron que el componente P1 en respuesta a los estímulos de referencia, mostraba una mejora, sugiriendo que en múltiples tareas los fumadores están en un estado de atención elevado cuando no han fumado durante varias horas. Pero esto no se observó en todos los componentes lo que para los investigadores indicaría que esa excitación aumentada no necesariamente proporciona algún beneficio cognitivo general, particularmente en tareas donde se incorporan procesos relacionados con el control.
A partir de las señales registradas los investigadores demostraron que existen procesos de control cognitivo que se ven afectados en los fumadores cuando están ansiosos, bajo cortos periodos de abstinencia (3 horas) en comparación con cuando hubo un consumo reciente. Lo que se observo es que los fumadores ansiosos fueron menos capaces de implementar de manera flexible el control cognitivo, y eso se manifestó en un aumento del déficit en el cambio de tareas y el procesamiento de incongruencia dentro de la tarea [7]. Esto llama la atención precisamente cuando se habla del impacto que tiene en los procesos cognitivos los efectos de la privación del consumo y como esto puede afectar los esfuerzos encaminados a dejar el hábito.
Por otro lado, se realizó un estudio que evalúa la conectividad cortical durante la reactividad al fumar. Utilizando métodos de coherencia EEG. Analizando el antojo, entendido como un síntoma central de la adicción. El experimento consistía en registrar señales de EEG a un grupo de sujetos que habían consumido el último cigarrillo 2 horas antes de iniciar el experimento, mientras observaban tres tipos de señales: 130 imágenes del acto de fumar, 130 neutrales y 40 imágenes de animales, que fueron presentadas al azar.
Extraído de [8]
Se pudo determinar que la coherencia promedio dentro de la banda de frecuencia theta-baja se correlacionó significativamente con los cambios en el deseo de fumar, que para los investigadores, respalda la idea de que la red baja en theta está involucrada en la adicción a la nicotina. Además los autores mencionan que esa significativa correlación positiva puede proporcionar evidencia adicional de que esta red podría ser un biomarcador estable de la adicción a la nicotina. Planteando posibilidades como el uso en neurofeedback avanzada o en estimulación de corriente alterna transcraneal para pacientes dependientes de la nicotina. Son avances prometedores en el tratamiento de la adicción a la nicotina, pero tal como lo mencionan los investigadores para comprender completamente estos mecanismos, serían útiles experimentos de EEG y fMRI que establezcan una precisión de conectividad entre redes en estudios futuros [8].
Tal como lo vimos, los equipos y técnicas de neuroimagen podrían ayudarnos a avanzar en la comprensión de los efectos del consumo y quizá en la construcción de tratamientos para combatir la adicción a la nicotina.
REFERENCIAS
[1] World Health Organization. (2018). WHO global report on trends in prevalence of tobacco smoking 2000-2025.
[2] Dani, J. A., Ji, D., & Zhou, F. M. (2001). Synaptic plasticity and nicotine addiction. Neuron, 31(3), 349-352.
[3] Jiloha, R. C. (2010). Biological basis of tobacco addiction: Implications for smoking-cessation treatment. Indian journal of psychiatry, 52(4), 301.
[4] Tanja Aguilera, K., & Quintero Lores, C. M. (2016). Efectos neurobioquimicos de la nicotina en el cerebro humano. 16 de Abril, 54(260), 31-41.
[5] Benowitz, N. L. (2010). Nicotine addiction. New England Journal of Medicine, 362(24), 2295-2303.
[6] Leone, A. (2015). Toxics of tobacco smoke and cardiovascular system: From functional to cellular damage. Current pharmaceutical design, 21(30), 4370-4379.
[7] Donohue, S. E., Harris, J. A., Loewe, K., Hopf, J. M., Heinze, H. J., Woldorff, M. G., & Schoenfeld, M. A. (2020). Electroencephalography reveals a selective disruption of cognitive control processes in craving cigarette smokers. European Journal of Neuroscience, 51(4), 1087-1105.
[8] Bu, J., Ma, R., Fan, C., Sun, S., Cheng, Y., Piao, Y., ... & Zhang, X. (2019). Low-Theta electroencephalography coherence predicts cigarette craving in nicotine addiction. Frontiers in psychiatry, 10, 296.
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